Zone(s) de contact_Alliance française_Montevideo_2023/24

solo shows


ZONE(S) DE CONTACT

MYRIAM ZINI

Un hiperobjeto es algo tan basto, tanto en términos temporales como espaciales, que apenas podemos apreciar una faceta de ellos en un momento; los objetos entran y salen de vista en el tiempo humano, terminan contaminando todo, y muchas veces nos encontramos dentro de ellos (yo llamo a este fenómeno viscosidad). Imaginen todas las bolsas de plástico que existen, todas las que existirán en todas partes. Ese montón de bolsas de plástico es un hiperobjeto: es una entidad que masivamente se distribuye en el espacio y el tiempo de tal forma que sólo podemos apreciar una faceta en un momento dado, de una forma que trasciende los modos de acceso y escalas humanos. Todo arte es ecológico.

Timothy Morton

Despojos, como huellas, como fósiles de un tiempo presente. Excedentes del ser, excedentes de la esquizofrenia contemporánea. Myriam Zini en esta exhibición configura con su pintura y en su instalación esos planos que se conectan desde territorios políticos en movimiento. Su ser migrante presente, nos entrega una nueva forma de leer las zonas de contacto para la supervivencia crítica de la condición humana. En la exhibición que presenta en la Alianza Francesa de Montevideo, se transita por múltiples accesos, en estas zonas de contacto y reflexión que elige la artista hay dos temas centrales: los efectos acumulativos de los químicos en los desechos y la nueva geografía física que está produciendo en regiones donde claramente se invisibilizan los volúmenes de vertederos a cielo abierto, de ropa amontonada. Un ejemplo de esto está configurado por la ropa desechada en el desierto de Atacama, literalmente un basural, o la contaminación de productos químicos en el agua que beben y comen las cigüeñas en Marruecos.

En su propio camino, Myriam Zini encuentra algunas evidencias, que ha seguido desde siempre, elige analizar su legado como inmigrante, dado que ha nacido en Marruecos, ha residido en Francia, en Brasil y ahora está basada en Uruguay. Revisar el legado es un desafío profundo, un legado que tiene la artista y que, como en toda condición humana, se busca comprender las zonas esenciales en las que hacemos contacto con nuestro propio sentido de pertenencia.

Una antigua leyenda beréber dice que las cigüeñas son sereshumanos que con el objetivo de viajar se han vuelto aves y queuna vez cumplido su objetivo retornan a su tierra y recuperan su condición. El ser gregario de las cigüeñas y la desorientadora puerta que genera para estas aves la contaminación que sufren, en el agua que toman y en los tintes químicos que se utilizan, que luego son vertidos, esta haciendo que desaparezcan de su hábitat. La artista toma el muro Chellah, en Marruecos, como una evidencia a gran escala del poder de la construcción monumental y observa la zona de contacto de las cigüeñas en ese mismo lugar, en donde además anidan y en donde antes parecía casi como una gigante sábana blanca en medio de un monumento ancestral.

En esos pliegues el ensamblaje se hace evidente, y las preguntas que se devienen en el proceso se vinculan de manera natural con todo aquello que se hace visible, a los ojos de quiénes, en qué lugar podemos encontrar la zona de contacto que ponga de manifiesto un nuevo orden en la Naturaleza de estas ecologías de la memoria.

Proponemos “ecologías de la memoria”, porque el sentimiento que puede evocarse sobre los hechos como pasado que contiene la información, nos alerta sobre nuestras prácticas como forma de resguardar la memoria, para que contengan lo necesario y transmitan la esencia vital del conocimiento que nos antecede. Es una forma también de movilizar las zonas de contacto petrificadas, llevarlas a un acoplarse armónico, a un montaje, a un reparto de lo sensible.

Desde esos pliegues Myriam Zini vuelve, una vez más, a un lenguaje que le es propio: la pintura y desde allí en intercambio profundo, nace una instalación de gran escala, hecha de tela industrial, que se presenta por sobre la altura el espectador. Son grandes pliegues como alas de cigüeña, son los intersticios de esa dinámica de convivencia depredadora de las grandes industrias que marcan de igual manera a las fronteras a los millones inmigrantes, el fin de un camino, cerrando la posibilidad de avanzar a un equilibrio naturalmente vital. A su vez, la metáfora de esta instalación nos envuelve sobre la posibilidad de pensarnos en un transito ligero que nos lleve a un nuevo paisaje, a un espacio físico cuyos planos sean habitables, y allí con toda su potencia nace las pinturas que presenta la artista en Zona(s) de contacto. Se trata de grandes lienzos, en donde partiendo de esa acumulación nociva, logra dar un giro a esa imagen y convertirla en un territorio vital, en donde conviven planos de color superpuestos con veladuras que se derraman para dar paso a un nuevo momento. Estridencias en su pintura que se movilizan como un péndulo, que anuncia algo que puede ser humanamente posible para la vida. Una “ecomemoria” que sustente un vuelo posible, hasta llegar a un nido de cuatrocientos kilos, y desarme la ruina de los desechos. Un pensamiento ecológico que tome contacto con los hiperobjetos que define Timothy Morton y genere la solidaridad necesaria para tocarlos, porque en base a esa solidaridad todo arte es ecológico. Una gran malla metálica que presenta la pintura que dió origen a la serie, genera una zona de tensión con la instalación. A su vez es una gran frontera, una pared que, aunque transparente, resulta imposible traspasar. La instalación sonora se completa con el “crotoreo” de las cigüeñas, ese sonido que produce su pico como señal de alegría o exaltación. Una nueva concentración de elementos para hacer trabajar a nuestros sentidos, la hendidura casi imposible de reconocer, desde allí trabaja la artista, atraviesa ese abismo de la negación para levantarse sobre sí, allí en donde debe desobedecerse todo, incluso a las imágenes que silenciosamente registran lo siniestro.

Jacqueline Lacasa

Curadora


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